Interesante artículo. Y yo añado a todos los argumentos uno muy básico, que nada tiene que ver con que si litúrgicamente es más o menos adecuado el órgano o la guitarra: LA ACÚSTICA. La gran reverberación de las iglesias con naves altas (no así algunas modernas de techo bajo) es una fiel aliada del sonido del órgano, lo hace expandirse y engrandecerse de forma espectacular. Mientras que varias guitarras rasgadas, en estos templos, provoca un batiburrillo final que no se aprovecha de esta acústica sino que la misma perjudica al resultado final. Es como los coros rocieros. En mi pueblo la iglesia es enorme, y en una boda llevaron un coro rociero, yo estaba sentado por la mitad, y NO SE ENTENDÍA ABSOLUTAMENTE NADA, era sólo un ruido de voces guitarras y otros sonidos todo mezclado.
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